Cuando san Pablo escribió su primera carta a los corintios, dijo que debían considerarlo a él (ya los demás apóstoles) “siervos de Cristo y administradores de los misterios de Dios” (1 Co 4, 1). Cuando la palabra misteriose traducía del griego al latín, normalmente se traducía como sacramentum; así, los sacramentos son los misterios del cristianismo. En este sentido, un misteriono es una novela policíaca, sino algo demasiado grande y profundo para que la mente humana lo entienda.
Los sacramentos son misterios sagrados, sagrados porque son el medio por el cual Dios se hace presente en nuestras vidas como cristianos católicos. Son palabras y acciones juntas. Por ejemplo, el sacramento del bautismo combina las palabras “Te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” con la acción de verter agua sobre la cabeza de un bebé. El sacramento del bautismo trae la presencia activa de Dios a la vida de la persona bautizada. Por el sacramento la persona cambia fundamentalmente y se hace cristiana. Como tal, los sacramentos no son simplemente símbolos. Un símbolo representa algo. Un sacramento es lo que representa.
Los católicos creen que Cristo le ha dado a la Iglesia siete sacramentos: bautismo, reconciliación, confirmación, eucaristía, matrimonio, la unción de los enfermos y el orden sagrado. Haga clic en los enlaces a continuación para obtener más información sobre cada sacramento.
